El deseo es un movimiento de atracción hacia algo nacido de la percepción o el recuerdo de ese algo. Si deseo “uvas”, todo lo que sea “no-uvas” será rechazado por mí. Deseo y rechazo son simultáneos, son las dos caras de la misma moneda.
Una famosa actriz de Hollywood, al leer un guión que le habían enviado, dijo: ¿A quién tengo que matar para obtener este papel?. Esta frase, de alto impacto por otra parte, quedó inscripta luego como paradigma de entusiasmo, de una férrea voluntad para alcanzar algo, y casi condición indispensable para quien quiera avanzar en su carrera. Es decir, quedó socialmente glorificada.
Y esa frase es, precisamente, la que mejor refleja la esencia del deseo inmaduro.

Una de las diferencias entre amar y desear es que el deseo se satisface
exclusivamente con la obtención de lo deseado mientras que el amor encuentra el bienestar en el bienestar de todos los protagonistas.
El amor le reconoce al obstáculo el mismo derecho a existir que le otorga al deseo para el cual lo es. Por ejemplo: “yo deseo estar con María pero ella ama a otro hombre y esa decisión de ella me parece tan digna de ser respetada y considerada como mi propio deseo. Su decisión está en el mismo rango que mi deseo, aunque me duela su decisión”.
El deseo que cree que debe destruir el obstáculo para conectarse con su meta es el deseo no amoroso; ése es el deseo que mata. Yo deseo estar con María y ella desea estar con otro hombre; ese hombre es el obstáculo y entonces lo mato a él. Por este motivo es necesario distinguir la atracción del amor.
Fuente: Profesor Eduardo José Saligari Gonzales
No hay comentarios:
Publicar un comentario