REZAR POR ALGO LO ALEJA DE TU REALIDAD. Neale Donald Walsch
En su libro Conversaciones con Dios, afirma lo siguiente:
“No tendréis lo que pedís, ni podéis tener nada de lo
que queráis. Y ello porque vuestra propia petición es una afirmación de vuestra
carencia, y el decir que queréis una cosa únicamente sirve para producir esa
experiencia concreta -la carencia- en vuestra realidad”
Por lo tanto, la oración correcta no es nunca de súplica,
sino de Gratitud.
Cuando dais gracias a Dios por adelantado por aquello que
habéis decidido experimentar en vuestra realidad, estáis efectivamente
reconociendo que eso está ahí…en efecto. La gratitud es, pues, la más poderosa
afirmación dirigida a Dios; una afirmación a la que Dios habrá contestado
incluso antes de que la formuléis.
Así pues, no supliquéis nunca. Antes bien, agradeced.
Pero ¿qué ocurre si yo agradezco algo a Dios por adelantado,
y luego eso no aparece nunca? Eso podría llevar al
desencanto y la amargura.
La gratitud no puede utilizarse como una herramienta
con la que manipular a Dios; un mecanismo con el que engañar al Universo. No
podéis mentiros a vosotros mismos. Vuestra mente sabe la verdad de vuestros
pensamientos. Si decís “Gracias, Dios mío, por esto y lo otro”, y al mismo
tiempo está claro que eso no está en vuestra realidad presente, estáis
suponiendo que Dios es menos claro que vosotros, y, por lo tanto, produciendo
esa realidad en vosotros.
Dios sabe lo que vosotros sabéis, y lo que vosotros
sabéis es lo que aparece en vuestra realidad.
Pero entonces, ¿cómo puedo estar realmente agradecido por
algo, si sé que eso no está presente?
Fe. si tienes aunque sólo sea la fe equivalente a un
grano de mostaza, moverás montañas.
Sin embargo, hay tanta gente que dice que sus oraciones han
quedado sin respuesta…
Ninguna oración queda sin respuesta. Pero lo que has
de saber -y ese es el secreto- es que detrás del pensamiento se halla siempre
otro pensamiento -el que podemos llamar Pensamiento Promotor-, que es el que
controla el pensamiento.
Por lo tanto, si rogáis y suplicáis, parece que existe
una posibilidad mucho menor de que experimentéis lo que pensáis que habéis
decidido, puesto que el Pensamiento Promotor que se halla detrás de cada
súplica es el que en ese momento no tenéis lo que deseáis. Ese Pensamiento
Promotor se convierte en vuestra realidad.
El único Pensamiento Promotor que puede ignorar este
pensamiento es uno fundado en la fe en que Dios concederá cualquier cosa que se
le pida, sin falta. Algunas personas poseen este tipo de fe, pero muy pocas.
El proceso de la oración resulta mucho más fácil cuando,
en lugar de creer que Dios siempre dirá “sí” a cada petición, se comprende
intuitivamente que la propia petición no es necesaria. Entonces la oración se
convierte en una plegaria de acción de gracias. No es en absoluto una petición,
sino una afirmación de gratitud por lo que ya es.
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